jueves, 22 de mayo de 2014

1er Congreso de las Pastorales de Movilidad Humana de Latinoamerica y El Caribe



Documento Final

Convocado por el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) se realizó del 12 al 16 de mayo de 2014, en la Casa Monte Alverna, en la ciudad de Panamá, el I Congreso de Pastorales de Movilidad Humana, con la participación de 130 personas: Obispos, sacerdotes diocesanos y religiosos, religiosas y laicos, representantes de organizaciones pastorales en los distintos países*.[1]


El Congreso fue organizado y coordinado por Pastoral de Movilidad Humana del CELAM, Hermanas Misioneras de San Carlos (Scalabrinianas), Red Jesuita con Migrantes de Latino América y el Caribe (RJM-LAC), Scalabrini International Migration Network (SIMN), Secretariado Latinoamericano de Pastoral Social/Caritas y la Conferencia Episcopal de Panamá; contó con representantes de las cuatro áreas pastorales: - Migrantes, Desplazados y Refugiados; - Apostolado del Mar; - Pastoral del Turismo; - Pastoral de Itinerantes, y  de las organizaciones que animan las pastorales en los distintos países de América Latina y Caribe.
Agradecemos y valoramos la participación en el Congreso de representantes del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, de la Comisión Católica Internacional de Migraciones (CCIM), de la Dirección General de las Hermanas, Padres y Misioneras Seglares Scalabrinianas, además del delegado del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

A partir del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, el objetivo del Congreso ha sido fortalecer y avanzar en el reconocimiento, la defensa y promoción de la vida, de los derechos y de la dignidad de las personas en situación de movilidad, para que desde sus clamores y sufrimientos, de la memoria histórica, del intercambio de experiencias, de la evaluación de las estructuras, de los nuevos escenarios de movilidad humana sigamos asumiendo  e implementando, de manera sinérgica, líneas de acción en las diferentes áreas pastorales mencionadas.

En el mensaje de apertura Mons. Pedro Barreto Jimeno, presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM, ha deseado “que la reflexión compartida, a través del dialogo e intercambio, renueve nuestro compromiso con fuerza pascual de modo que la Iglesia viva su misión en las periferias vulnerables de la sociedad como es la realidad de los migrantes, itinerantes, gente del mar y del turismo, refugiados y desplazados. De esta manera ponemos en práctica el deseo expreso del Papa Francisco de ser una Iglesia pobre y para los pobres”. Por otra parte, el mensaje del Cardenal Antonio María Vegliò nos recordó y nos animó con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, como base de nuestra espiritualidad y actuar en el vasto campo de la Movilidad Humana.

En ese sentido, el Congreso nos ha convocado a una mirada amplia sobre el fenómeno de la movilidad humana en todo el mundo y más particularmente en América Latina y El Caribe. Esta, en el contexto actual de la economía globalizada, ha adquirido una dimensión estructural sin precedentes, ya sea en cuanto al número de personas que se mueve, como también en cuanto a los desplazamientos de masa, cada vez más intensos, complejos y diversificados. Mientras, por un lado, se abren cada vez más las fronteras para el capital, las mercancías, la tecnología y los servicios, por otro lado, las personas participantes en esos movimientos de migración, itinerancia, refugio  y desplazamiento, en tierra y mar, sufren múltiples restricciones y violaciones de los derechos humanos.

Estas violaciones se muestran muy concretas en algunas realidades del continente, especialmente en la frontera de México con Estados Unidos, República Dominicana, Centro América y otros. Es un verdadero vía crucis, donde muchas personas en movilidad y agentes de pastoral han sido testigos y víctimas de agresiones, separación de los grupos familiares,  atropellos, persecuciones y torturas, pagando muchas veces con amenazas a la familia, con la sangre y la propia vida.

En términos nacionales e internacionales, el telón de fondo de las políticas de inmigración sigue siendo aún la ideología de la seguridad nacional y de un modelo económico excluyente. A pesar de esas adversidades, la búsqueda de trabajo y de mejores condiciones de vida, entre otras razones, siguen moviendo millones de personas en todas direcciones. Es difícil encontrar hoy día un país que no esté enfrentando este fenómeno, como lugar de origen, tránsito, destino o retorno, como también el desafío de la inserción social, política, cultural y económica de las personas involucradas.

Los debates subrayaron los desafíos y la solicitud pastoral con migrantes, refugiados, desplazados, como también la gente del mar, el pueblo itinerante y del mundo del turismo, en distintas situaciones socioeconómicas y político-culturales. En esta realidad, más que subrayar la seguridad nacional y el orden económico, hay que tener en cuenta los derechos y la dignidad humana de quienes están en situación de movilidad. Además de eso, en lugar de ver a esas personas como un problema, hay que verlas desde el punto de vista evangélico, como una oportunidad de intercambio de pueblos, culturas y valores. De acuerdo con el Documento de Aparecida,  los que se mueven por los caminos del éxodo son, ante todo, protagonistas de evangelización (DA,11).

Esta oportunidad, si es tomada en serio, constituye un doble desafío: la conversión personal y el enriquecimiento social de aquellos que parten o que llegan y de aquellos que los acogen. De hecho, la persona, al desplazarse por razones laborales, de itinerancia, de descanso, de violencia o persecución, pone en marcha la sociedad, la Iglesia y la misma historia, pues la movilidad humana es siempre y a la vez causa e efecto de profundos cambios estructurales.

A grandes rasgos, este desplazamiento de personas representa el parto de una nueva forma de vida, y no hay que olvidar que todo nacimiento comporta, a la vez, dolor y esperanza. Conforme a la Doctrina Social de la Iglesia en el corazón de cada persona y en el corazón de cada cultura hay semillas del Verbo. Así que, cuando se ponen en marcha, las personas llevan también sus más ricos valores, tradiciones y costumbres. De esto resulta que, en el ámbito de la fe, el que se traslada de su lugar de origen a otro destino es un profeta que abre nuevos horizontes a la historia.

Nuestras grandes preocupaciones, entre otras, han sido las violaciones a los derechos humanos en este campo de la movilidad, el tráfico y la Trata de Personas, el tema de las políticas públicas, la explotación de los varios grupos allí involucrados, tales como marinos, servidores turísticos, itinerantes, migrantes, refugiados y trabajadores en general, lo que nos recuerda “los mercaderes de carne humana”, como decía Scalabrini.

Otra de las preocupaciones es la necesidad de la formación y capacitación de agentes de pastoral, la sensibilización de la sociedad civil, de los gobiernos, organismos internacionales y de la misma Iglesia.

Hay que tener presente también que, mientras la Pastoral de la Movilidad Humana representa un soporte a las personas en movimiento, ellas mismas deben ser las protagonistas de su integración en una nueva sociedad y del rescate de su dignidad. Por otro lado palabras como acogida, escucha, hospitalidad e inculturación no pueden ser ignoradas en la pastoral con quienes están fuera de su familia, su tierra o de su patria.

Frente a esta realidad, las cuatro áreas de la acción Pastoral de la Movilidad Humana - Migraciones, Turismo, Itinerantes y Apostolado del Mar – reafirman su compromiso de trabajar en red armónica y sinérgica contribuyendo para el avance en la organización y acción socio pastoral a nivel continental.

En el marco de este Congreso, además de un panorama de la realidad y de testimonios y prácticas pastorales, la reflexión bíblico-teológica ha iluminado el horizonte de nuestro trabajo. En base a todo eso, las distintas pastorales reafirman los siguientes compromisos:

a) Pastoral de los migrantes y refugiados
1.      Promover el fortalecimiento de la Pastoral de Movilidad Humana, articulada con las redes de protección, prevención, observación e incidencia a favor de migrantes, refugiados y desplazados.
2.      Promover el protagonismo del migrante, refugiado y desplazado,   en coordinación con instituciones afines, en los países de origen, tránsito y destino, generando procesos de desarrollo comunitario, integral y sostenible.
3.      Incidir en los procesos de construcción de leyes y políticas públicas a favor de los migrantes, desplazados y refugiados, con propuestas de integración y de alternativas a las detenciones y deportaciones.
4.      Dinamizar y fortalecer los espacios de encuentros y diálogos entre los obispos,  las conferencias episcopales y entre los diversos agentes y actores que intervienen en la  pastoral de migrantes, refugiados y desplazados.  

b)      Apostolado del Mar:

1.      Promover la formación de agentes, para que tengan una profunda espiritualidad, sensibilidad y pasión en su actuar. 
2.      Abrir espacios de participación para laicos comprometidos que se involucren en este apostolado y hagan visible el rostro misericordioso del amor de Dios por todas las personas.
3.      Aprovechar los medios de comunicación, para trabajar en “red”, que permitan crecer en experiencias y apoyo entre las diferentes realidades en que se da el Apostolado del Mar.
4.      Darle continuidad a los procesos pastorales que se emprendan en el Apostolado del Mar que involucra a los agentes diocesanos y religiosos asignados al trabajo específico de esta Pastoral.
5.      Integrar el Apostolado del Mar a los planes pastorales nacionales, diocesanos y parroquiales.


c)      Pastoral del Turismo:
Evangelizar el mundo del turismo, para colaborar en la  construcción del diálogo cultural y religioso, en el respeto a las comunidades locales y al entorno ecológico, en la denuncia de la  explotación sexual y en la defensa y promoción de los derechos  de los actores del turismo:

1.      Promover y facilitar la animación de la Pastoral del Turismo, mediante la formación y capacitación de agentes de pastoral, promoviendo su identidad como misioneros de Jesús Cristo.
2.      Incidir como Pastoral del Turismo con mayor presencia y participación a nivel eclesial y en la sociedad para cuidar y resguardar la creación y promover la defensa del medio ambiente.
3.      Dedicar especial atención a las víctimas del mundo  del turismo, entre ellos niños, niñas y adolescentes sometidos a la explotación y prostitución, tipificada –según el Protocolo de Palermo– como delito de Trata de Personas. Desde un trabajo en red a nivel de América Latina y El Caribe.
4.      Rescatar, preservar y promover, desde la Pastoral del Turismo, la identidad cultural de las comunidades  locales y sus posibilidades de desarrollo integral, mitigando  los aspectos negativos del turismo en los ecosistemas  y en la cultura local. Fortaleciendo esta actividad como medio de prevención a las migraciones.  
5.      Generar herramientas a nivel continental para la sistematización y comunicación permanente de las acciones y procesos de la Pastoral del Turismo.

d)     Pastoral de los Itinerantes:
1.      Trabajar para dar visibilidad a la Pastoral de Itinerantes en los niveles eclesial y gubernamental;
2.      Difundir la realidad de los itinerantes en todos los niveles: político, social y de derechos humanos
3.      Crear líneas de acción pastoral a mediano y largo plazo;
4.      Promover en las diferentes conferencias episcopales la pastoral de itinerantes.
5.      Coordinar con las demás áreas de la pastoral de Movilidad en cada país, con el fin de lograr la articulación nacional y latinoamericana.
6.      Gestionar recursos mediante proyectos en comunión con los otros sectores de la Pastoral de Movilidad y en los diferentes países.

Los participantes del Congreso agradecen al Papa Francisco sus frecuentes referencias al fenómeno de la movilidad humana y nuestra misión “Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie” (EG, n. 23). 
 
Agradecen así mismo al Cardenal Antonio María Vegliò, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, por su interés y su mensaje a este evento. Al mismo tiempo, reafirmamos con una voz de solicitud la importancia de una instancia en el CELAM para la articulación y dinamización de la Pastoral de la Movilidad Humana, dada la intensidad y la complejidad de esta realidad en América Latina y El Caribe. En este campo, se espera también que el CELAM promueva oportunidades de diálogo e interacción entre las Conferencias Episcopales del Norte y del Sur del Continente.

Frente a los “rostros sufrientes de Jesucristo” (Cfr. Doc. Puebla, 31-39) que desfilan por los caminos del mundo y que desfilaron  por las jornadas de este I Congreso, los participantes de las Pastorales de  Movilidad Humana se sintieron interpelados a una acción profética siempre más  efectiva en la promoción de cambios estructurales para el bien de las personas en movilidad. Y como en el episodio de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), los agentes presentes vuelven a sus actividades cotidianas con un “nuevo ardor misionero”. 

Pedimos a la Virgen de Guadalupe, patrona de América Latina y de El Caribe, que nos acompañe en nuestro caminar y que bendiga a la Iglesia, a los y las participantes del Congreso, a todas las personas que actúan en el campo de la movilidad humana y, de forma particular a los itinerantes, migrantes, refugiados, desplazados y gente del turismo y del mar.

Ciudad de Panamá, 16 de mayo 2014.


*Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay, Venezuela,  Estados Unidos y El Vaticano.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Comunicado de Incio del Mes del Migrante 2012

COMUNICADO DE PRENSA
Consejo Nacional de Pastoral Social

"Charitas Christi Urget Nos"
La Caridad de Cristo nos urge a actuar con valor y sin demora ante los grandes problemas de injusticia (cfr. CinV No. 20)

En la región de Centro América y Panamá se conmemora en el mes de Septiembre el Mes del Migrante, tiempo de Gracia en donde la Iglesia Católica hace un llamado a los gobiernos y sociedades de los distintos Estados a reflexionar acerca del drama que viven miles de seres humanos a causa de distintas formas de migración.

Es una oportunidad para recordar a las autoridades y a todos los ciudadanos de nuestros países:

  1. La necesidad de crear e impulsar polìticas de Estado necesarias para generar condiciones económicas, políticas y sociales que ofrezcan a sus nacionales oportunidades de encontrar empleo y mantener a sus familias, reconociendo el derecho a no migrar que tiene todo ser humano.
  2. Que mientras se crean estas condiciones, se reconozca el derecho de toda persona a buscar, incluso a través de la migración, mejores condiciones de  vida.
  3. Que el derecho de toda nación soberana para controlar sus fronteras no se contrapone al deber de reconocer y respetar los derechos humanos que asisten a toda persona migrante. Migrar no es un delito.
  4. Que las personas que entran a un país sin la adecuada autorización o que excedan el periodo de tiempo permitido por sus visas, deben ser tratadas con respeto y dignidad. No deberían ser detenidas bajo condiciones deplorables, por largos períodos de tiempo o ser maltratados de alguna manera. La dignidad de todo ser humano es inviolable.

A nosotros mismos, pueblo de Dios que peregrina en Panamá, esta ocasión  nos anima también a recordar que como Iglesia, lugar de comunión y enviada en misión, la migración es un desafío al que todo cristiano y cristiana debe responder, más allá de la buena voluntad y del carisma personal.


Nadie es extraño en el corazón de la Iglesia: donde quiera que haya verdaderos cristianos y cristianas, los y las migrantes se sentirán como en su propia tierra, que les provee de medios de subsistencia, acogida, afecto y satisfacciones, parte de la familia humana, pueblo escogido de Dios.

En Panamá, la sección de Pastoral de Movilidad Humana, del Consejo Nacional de Pastoral Social, de la Conferencia Episcopal Panameña, continuará pidiendo al Señor de la Vida y de toda la tierra, que mueva los corazones de todas aquellas personas que aún no reconocen en Dios un Padre común, razón por la cual no han descubierto la fraternidad entre todos los seres humanos, y a través de ella la tolerancia y la misericordia.

A todos los y las agentes de pastoral social que trabajan por promover la justicia, la solidaridad y la paz, especialmente a quienes atienden a personas en situación de migración o refugio, extendemos un cordial saludo como advenimiento del Reino de Dios, entendido no como un lugar hacia el cual nos dirigimos, sino como todo lugar en donde Dios reina verdaderamente, viviendo la promesa del Reino aquí y ahora.

Finalmente, saludamos a todas las personas en situación de refugio y migración en Panamá y les invitamos a transformar su experiencia migratoria, no sólo en ocasión de crecimiento de vida cristiana, sino también de nueva evangelización y de misión, aportando con sus conocimientos y su trabajo al crecimiento del país y de la Iglesia.

Dado en la ciudad de Panamá el 01 de Septiembre de 2012.

martes, 17 de abril de 2012

Acompañamiento Psicosocial a Población PTH


Regularización de PTH Colombianos es una apuesta psicosocial

A partir de talleres psicosociales con colombianos, hasta ahora bajo el estatus de PTH (Estatuto Humanitario Provisional de Protección - Según DE23/98) y quienes llevan viviendo más de 14 años en Darién, Panamá, la Pastoral de Movilidad Humana del Vicariato de Darién inició en el mes de febrero la Fase 1 del proceso de acompañamiento y re orientación de lo que será su nuevo proyecto de vida a partir del cambio de estatus migratorio  a residentes panameños que otorga la Ley 81 de 2011 aprobada por el actual gobierno de Panamá.
Desde la Pastoral de Movilidad Humana, quien lleva todo este tiempo acompañando a los colombianos PTH, la situación de cambio de estatus migratorio debe ser contemplada como una oportunidad para trabajar con los PTH actividades conjuntas y/o individuales que motiven la creación de retos, sueños, metas que se conviertan en motivación para la construcción de un nuevo proyecto de vida a partir de las nuevas oportunidades que genera su cambio migratorio, y no de las limitaciones a las cuales fueron abocados anteriormente.
La Ley 81 de 2011 establece que el estado panameño otorgará a los colombianos bajo estatus de PTH, residencia panameña permanente, lo que los beneficiaría, en entre otras cosas, con un permiso de trabajo, la libre movilidad por todo el territorio panameño, una cédula o carnet de  extranjero y todos aquellos derechos a los que accede cualquier extranjero legal en territorio panameño.
Talleres Psicosociales en las principales comunidades de acogida de PTH
Comunidades darienitas de Yape, Boca de Cupe, Tortuga, Yaviza, y Jaqué, además de Puerto Obaldía en la Diócesis de Colón-Kuna Yala son algunas donde el equipo de VIDA-Pastoral de Movilidad Humana con el acompañamiento de funcionarios de ACNUR y de la organización RET, han empezado a implementar diferentes actividades pedagógicas que tienen como objetivo que los colombianos PTH vean el cambio de estatus migratorio como una oportunidad que puede redundar en el mejoramiento de su calidad de vida, y obtener nuevos y mejores beneficios para la misma.
Talleres con temáticas como ¿Qué significa ser residente panameño?, talleres con enfoque de género para conocer las necesidades de las mujeres PTH colombianas y el fortalecimiento vocacional, son algunas de las actividades previstas  para realizar con las comunidades colombianas residentes en Darién.
Alcanzar un arraigo socio cultural en un nuevo territorio, hace parte de los procesos psicosociales que lograría la inserción de los PTH en diferentes áreas como la laboral, socioeconómica, cultural,  y otras más, logrando un nuevo proyecto de vida más integral del que hasta ahora han podido desarrollar.

Equipo de Pastoral de Movilidad Humana del Vicariato Apostólico de Darién

lunes, 31 de octubre de 2011

La Justicia, cuando es tardía, no es justicia.

Usted podría conocer esta frase de la siguiente manera: “La justicia tardía es la máxima injusticia” o quizás no conocerla, sin embargo, creo que estaría de acuerdo conmigo en que cualquier persona o institución en situación de poder evitar una injusticia o resarcir un acto de injusticia y no lo hace, a sabiendas de que su falta de acción agrava la injusticia inicial y luego enmienda, no debe ser un acto digno de exaltación.

Me explico, si hacemos sólo lo que nos corresponde, dónde está la gloria en ello? Pues podríamos confrontarlo con la Palabra de Dios en Lucas 17, 7-10, “Siervos Inútiles Somos”, pues al hacer justicia no hemos hecho sino lo que estábamos obligados a hacer, entonces, si hemos hecho sólo lo que nos correspondía, qué merito tiene?

Traigo a colación esta reflexión en el marco de la reciente aprobación de la ley  de Regularización de la Población bajo el Estatuto Humanitario Provisional de Protección, en adelante el Estatuto, consagrado en el Decreto Ejecutivo No. 23 de Febrero de 1998.

Hay que reconocer, ciertamente, que hemos encontrado mayor eco en representantes de este gobierno al clamor de la población en situación de refugio que ha vivido por catorce (14) años en Darién bajo el Estatuto. Su valor en reconocer que esta condición vulneraba los derechos y la dignidad de esta población es rescatable, sin embargo, no han hecho más de lo que debían hacer en justicia.

Con esta ley recién aprobada se perfecciona o se le brinda la máxima protección posible a esta población desde nuestra posición como país receptor.

Habría que recordar que el Estatuto fue concebido en medio de una situación muy particular y con el cual se brindó una respuesta rápida a la situación de cientos de personas de nacionalidad colombiana que ingresaron a nuestro país para salvaguardar sus vida y honra de la violencia generalizada que afectaba su país de origen.

Desde nuestra percepción, el estatuto respondió a una situación muy concreta: la entidad de gobierno encargada de atender a la población recién ingresada que se encontraba en evidente situación de refugio no contaba con los recursos humanos y financieros necesarios para hacerlo de la forma debida.

Sin embargo, consideramos que la situación inicial de carencia de recursos fue suplida con el tiempo por la falta de voluntad de las autoridades de turno, en tres (3) periodos presidenciales distintos, de dar solución real al problema.

A pesar de que la población bajo el estatuto contaba con el perfil de una población en situación de refugio, las autoridades no dieron curso al procedimiento de acceso a tal condición, limitando los derechos de estas personas y convirtiéndoles en ciudadanos bajo libertad condicional, sin derecho al trabajo remunerado, a la libertad de movimiento, al acceso de posesión tierras para vivienda y cultivo, sin acceso a crédito y dependiendo, por ley (cfr. Art. 83 del DE 23 de 1998) de la caridad de organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos.

Muchas son las anécdotas que podríamos decir y contar en estos catorce (14) años de aguante, pero también de fe y de esperanza por parte de una población que ha sufrido el desarraigo y la marginación por tantos años.

Sin embargo, esta es una hora en que nos unimos al regocijo de la población bajo el Estatuto que ahora podrá acceder a la residencia permanente. Se hace justicia, si! Pero el costo ha sido demasiado alto.

Muchos optaron por retornar a la incertidumbre y el miedo, otros se quedaron convencidos de que era mejor suplantar la libertad y el derecho, por la “seguridad” y hoy lamentan que familiares cercanos no hayan aguantado lo suficiente o que hayan fallecido sin gozar de una plena libertad.

Hay que festejar, si! Pero sin olvidar lo que nos ha costado. Sin dejar de aprender la lección recibida. Y, sobre todo, manteniendo firme vigilancia por que el espíritu de esta nueva ley sea cumplida en toda persona que cumpla con el perfil necesario, actuando en equidad, justicia y verdad.

Dios les bendiga.