Documento Final
El Congreso fue organizado y coordinado por Pastoral de Movilidad Humana del CELAM, Hermanas Misioneras de San Carlos (Scalabrinianas), Red Jesuita con Migrantes de Latino América y el Caribe (RJM-LAC), Scalabrini International Migration Network (SIMN), Secretariado Latinoamericano de Pastoral Social/Caritas y la Conferencia Episcopal de Panamá; contó con representantes de las cuatro áreas pastorales: - Migrantes, Desplazados y Refugiados; - Apostolado del Mar; - Pastoral del Turismo; - Pastoral de Itinerantes, y de las organizaciones que animan las pastorales en los distintos países de América Latina y Caribe.
Agradecemos y valoramos la
participación en el Congreso de representantes del Pontificio Consejo para la
Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, de la Comisión Católica Internacional
de Migraciones (CCIM), de la Dirección General de las Hermanas, Padres y
Misioneras Seglares Scalabrinianas, además del delegado del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
A partir del Evangelio y de
la Doctrina Social de la Iglesia, el objetivo del Congreso ha sido fortalecer y
avanzar en el reconocimiento, la defensa y promoción de la vida, de los
derechos y de la dignidad de las personas en situación de movilidad, para que
desde sus clamores y sufrimientos, de la memoria histórica, del intercambio de
experiencias, de la evaluación de las estructuras, de los nuevos escenarios de
movilidad humana sigamos asumiendo e
implementando, de manera sinérgica, líneas de acción en las diferentes áreas pastorales
mencionadas.
En el mensaje de
apertura Mons. Pedro Barreto Jimeno, presidente del Departamento de Justicia y
Solidaridad del CELAM, ha deseado “que la reflexión
compartida, a través del dialogo e intercambio, renueve nuestro compromiso con
fuerza pascual de modo que la Iglesia viva su misión en las periferias
vulnerables de la sociedad como es la realidad de los migrantes, itinerantes,
gente del mar y del turismo, refugiados y desplazados. De esta manera ponemos
en práctica el deseo expreso del Papa Francisco de ser una Iglesia pobre y para
los pobres”. Por otra parte, el mensaje del Cardenal Antonio María Vegliò nos
recordó y nos animó con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia,
como base de nuestra espiritualidad y actuar en el vasto campo de la Movilidad
Humana.
En ese
sentido, el Congreso nos ha convocado a una mirada amplia sobre
el fenómeno de la movilidad humana en todo el mundo y más particularmente en América
Latina y El Caribe. Esta, en el contexto actual de la economía globalizada, ha
adquirido una dimensión estructural sin precedentes, ya sea en cuanto al número
de personas que se mueve, como también en cuanto a los desplazamientos de masa,
cada vez más intensos, complejos y diversificados. Mientras, por un lado, se
abren cada vez más las fronteras para el capital, las mercancías, la tecnología
y los servicios, por otro lado, las personas participantes en esos movimientos
de migración, itinerancia, refugio y
desplazamiento, en tierra y mar, sufren múltiples restricciones y violaciones
de los derechos humanos.
Estas violaciones se
muestran muy concretas en algunas realidades del continente, especialmente en
la frontera de México con Estados Unidos, República Dominicana, Centro América
y otros. Es un verdadero vía crucis,
donde muchas personas en movilidad y agentes de pastoral han sido testigos y
víctimas de agresiones, separación de los grupos familiares, atropellos, persecuciones y torturas, pagando
muchas veces con amenazas a la familia, con la sangre y la propia vida.
En términos nacionales e
internacionales, el telón de fondo de las políticas de inmigración sigue siendo
aún la ideología de la seguridad nacional y de un modelo económico excluyente.
A pesar de esas adversidades, la búsqueda de trabajo y de mejores condiciones
de vida, entre otras razones, siguen moviendo millones de personas en todas
direcciones. Es difícil encontrar hoy día un país que no esté enfrentando este
fenómeno, como lugar de origen, tránsito, destino o retorno, como también el desafío
de la inserción social, política, cultural y económica de las personas
involucradas.
Los debates subrayaron los
desafíos y la solicitud pastoral con migrantes, refugiados, desplazados, como
también la gente del mar, el pueblo itinerante y del mundo del turismo, en
distintas situaciones socioeconómicas y político-culturales. En esta realidad,
más que subrayar la seguridad nacional y
el orden económico, hay que tener en cuenta los derechos y la dignidad humana de quienes están en
situación de movilidad. Además de eso, en lugar de ver a esas personas como un problema, hay que verlas desde el punto
de vista evangélico, como una oportunidad
de intercambio de pueblos, culturas y valores. De acuerdo con el Documento de
Aparecida, los que se mueven por los
caminos del éxodo son, ante todo, protagonistas de evangelización (DA,11).
Esta oportunidad, si es
tomada en serio, constituye un doble desafío: la conversión personal y el
enriquecimiento social de aquellos que parten o que llegan y de aquellos que los
acogen. De hecho, la persona, al desplazarse por razones laborales, de
itinerancia, de descanso, de violencia o persecución, pone en marcha la
sociedad, la Iglesia y la misma historia, pues la movilidad humana es siempre y
a la vez causa e efecto de profundos cambios estructurales.
A grandes rasgos, este
desplazamiento de personas representa el parto de una nueva forma de vida, y no
hay que olvidar que todo nacimiento comporta, a la vez, dolor y esperanza.
Conforme a la Doctrina Social de la Iglesia en el corazón de cada persona y en
el corazón de cada cultura hay semillas del Verbo. Así que, cuando se ponen en
marcha, las personas llevan también sus más ricos valores, tradiciones y
costumbres. De esto resulta que, en el ámbito de la fe, el que se traslada de
su lugar de origen a otro destino es un profeta que abre nuevos horizontes a la
historia.
Nuestras grandes
preocupaciones, entre otras, han sido las violaciones a los derechos humanos en
este campo de la movilidad, el tráfico y la Trata de Personas, el tema de las
políticas públicas, la explotación de los varios grupos allí involucrados,
tales como marinos, servidores turísticos, itinerantes, migrantes, refugiados y
trabajadores en general, lo que nos recuerda “los mercaderes de carne humana”,
como decía Scalabrini.
Otra de las preocupaciones
es la necesidad de la formación y capacitación de agentes de pastoral, la sensibilización
de la sociedad civil, de los gobiernos, organismos internacionales y de la
misma Iglesia.
Hay que tener presente también
que, mientras la Pastoral de la Movilidad Humana representa un soporte a las
personas en movimiento, ellas mismas deben ser las protagonistas de su
integración en una nueva sociedad y del rescate de su dignidad. Por otro lado
palabras como acogida, escucha, hospitalidad e inculturación no pueden ser
ignoradas en la pastoral con quienes están fuera de su familia, su tierra o de
su patria.
Frente a esta realidad, las
cuatro áreas de la acción Pastoral de la Movilidad Humana - Migraciones, Turismo,
Itinerantes y Apostolado del Mar – reafirman su compromiso de trabajar en red
armónica y sinérgica contribuyendo para el avance en la organización y acción
socio pastoral a nivel continental.
En el marco de este Congreso,
además de un panorama de la realidad y de testimonios y prácticas pastorales,
la reflexión bíblico-teológica ha iluminado el horizonte de nuestro trabajo. En
base a todo eso, las distintas pastorales reafirman los siguientes compromisos:
a) Pastoral de los migrantes
y refugiados
1.
Promover el fortalecimiento de la Pastoral de Movilidad
Humana, articulada con las redes de protección, prevención, observación e
incidencia a favor de migrantes, refugiados y desplazados.
2.
Promover
el protagonismo del migrante, refugiado y desplazado, en coordinación con instituciones afines, en los
países de origen, tránsito y destino, generando procesos de desarrollo comunitario,
integral y sostenible.
3.
Incidir
en los procesos de construcción de leyes y políticas públicas a favor de los
migrantes, desplazados y refugiados, con propuestas de integración y de
alternativas a las detenciones y deportaciones.
4.
Dinamizar
y fortalecer los espacios de encuentros y diálogos entre los obispos, las conferencias episcopales y entre los diversos
agentes y actores que intervienen en la
pastoral de migrantes, refugiados y desplazados.
b) Apostolado
del Mar:
1.
Promover
la formación de agentes, para que tengan una profunda espiritualidad,
sensibilidad y pasión en su actuar.
2.
Abrir
espacios de participación para laicos comprometidos que se involucren en este
apostolado y hagan visible el rostro misericordioso del amor de Dios por todas
las personas.
3.
Aprovechar
los medios de comunicación, para trabajar en “red”, que permitan crecer en
experiencias y apoyo entre las diferentes realidades en que se da el Apostolado
del Mar.
4.
Darle
continuidad a los procesos pastorales que se emprendan en el Apostolado del Mar
que involucra a los agentes diocesanos y religiosos asignados al trabajo
específico de esta Pastoral.
5.
Integrar
el Apostolado del Mar a los planes pastorales nacionales, diocesanos y
parroquiales.
c) Pastoral
del Turismo:
Evangelizar el mundo del turismo, para colaborar en
la construcción del diálogo cultural y
religioso, en el respeto a las comunidades locales y al entorno ecológico, en
la denuncia de la explotación sexual y
en la defensa y promoción de los derechos
de los actores del turismo:
1.
Promover
y facilitar la animación de la Pastoral del Turismo, mediante la formación y
capacitación de agentes de pastoral, promoviendo su identidad como misioneros
de Jesús Cristo.
2.
Incidir
como Pastoral del Turismo con mayor presencia y participación a nivel eclesial
y en la sociedad para cuidar y resguardar la creación y promover la defensa del
medio ambiente.
3.
Dedicar especial
atención a las víctimas del mundo del
turismo, entre ellos niños, niñas y adolescentes sometidos a la explotación y
prostitución, tipificada –según el Protocolo de Palermo– como delito de Trata
de Personas. Desde un trabajo en red a nivel de América Latina y El Caribe.
4.
Rescatar,
preservar y promover, desde la Pastoral del Turismo, la identidad cultural de
las comunidades locales y sus
posibilidades de desarrollo integral, mitigando
los aspectos negativos del turismo en los ecosistemas y en la cultura local. Fortaleciendo esta
actividad como medio de prevención a las migraciones.
5.
Generar
herramientas a nivel continental para la sistematización y comunicación
permanente de las acciones y procesos de la Pastoral del Turismo.
d)
Pastoral
de los Itinerantes:
1.
Trabajar
para dar visibilidad a la Pastoral de Itinerantes en los niveles eclesial y
gubernamental;
2.
Difundir
la realidad de los itinerantes en todos los niveles: político, social y de derechos
humanos
3.
Crear
líneas de acción pastoral a mediano y largo plazo;
4.
Promover
en las diferentes conferencias episcopales la pastoral de itinerantes.
5.
Coordinar
con las demás áreas de la pastoral de Movilidad en cada país, con el fin de
lograr la articulación nacional y latinoamericana.
6.
Gestionar
recursos mediante proyectos en comunión con los otros sectores de la Pastoral
de Movilidad y en los diferentes países.
Los participantes del Congreso agradecen al Papa
Francisco sus frecuentes referencias al fenómeno de la movilidad humana y
nuestra misión “Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a
anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones,
sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el
pueblo, no puede excluir a nadie” (EG,
n. 23).
Agradecen así mismo al Cardenal Antonio María Vegliò,
presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e
Itinerantes, por su interés y su mensaje a este evento. Al mismo tiempo,
reafirmamos con una voz de solicitud la importancia de una instancia en el
CELAM para la articulación y dinamización de la Pastoral de la Movilidad
Humana, dada la intensidad y la complejidad de esta realidad en América Latina
y El Caribe. En este campo, se espera también que el CELAM promueva
oportunidades de diálogo e interacción entre las Conferencias Episcopales del
Norte y del Sur del Continente.
Frente a los “rostros sufrientes de Jesucristo” (Cfr.
Doc. Puebla, 31-39) que desfilan por los caminos del mundo y que desfilaron por las jornadas de este I Congreso, los
participantes de las Pastorales de Movilidad Humana se sintieron interpelados a
una acción profética siempre más
efectiva en la promoción de cambios estructurales para el bien de las
personas en movilidad. Y como en el episodio de los discípulos de Emaús (Lc 24,
13-35), los agentes presentes vuelven a sus actividades cotidianas con un
“nuevo ardor misionero”.
Pedimos a la Virgen de Guadalupe, patrona de América
Latina y de El Caribe, que nos acompañe en nuestro caminar y que bendiga a la
Iglesia, a los y las participantes del Congreso, a todas las personas que
actúan en el campo de la movilidad humana y, de forma particular a los
itinerantes, migrantes, refugiados, desplazados y gente del turismo y del mar.
Ciudad de Panamá, 16 de mayo 2014.
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